viernes, 27 de enero de 2017

Lo que realmente chuta es tu pie...

He tardado en volver unos días , lo sé,
pero esa gripe famosa que colapsa las urgencias y te deja baldado se instaló en mi cuerpo el día de noche vieja y aún no se ha ido del todo...

Es raro de explicar, pero tenía programadas las Navidades y todo lo que en ellas quería aprovechar a hacer a la perfección. Como es lógico no hice casi nada de lo previsto pero me dio tiempo a ordenar la cabeza un montón.

Apunté varias cosas de las que os quería hablar y aunque no tenía pensado empezar por esta, María (ebm) publicaba ayer un post maravilloso que me animó a empezar por esta cuestión: El consumo y los niños.

Yo no me considero una persona consumista, llevo tiempo pensando que tengo más cosas de las que necesito y buscando una solución práctica a ello. Empecé a darle vueltas cuando precisamente María se animó con un reto que me fascinó, un año sin compras. Ella hizo que pensara mucho sobre el tema y sin atreverme a unirme a  él,  decidí que había que intentar prescindir de cosas y darnos cuenta de que la mitad de lo que guardamos, y me atrevería a decir, de lo que compramos,  no lo necesitamos.

Pero no sólo eso, educamos a nuestros hijos en el arte de consumir y tener, a veces de forma inconsciente y otras no tanto. Que levante  la mano Quien crea que el tema reyes ¡se nos ha ido de las manos!. Yo llevo trece años peleando por no recoger un regalo de cada miembro de la familia y poniendo un único detalle en mi casa, en mi intención de compensar, mientras me enfadaba porque quien realmente quería poner algo "especial" era yo.

Yo no estoy diciendo que no haya que regalar cosas, lo que digo es que eso tiene que ir acompañado de cabeza, de una charla reflexionando sobre la suerte que tenemos y de hacerles ver que las cosas viejas, usadas con cabeza, se pueden dar a gente que lo necesite.

Mis padres siempre me recordaban que ellos hacían un esfuerzo por darme lo mejor, pero también me hicieron entender que había épocas que no se podía y no pasaba nada. Yo creo que a día de hoy no muchos hacemos esto, los niños tienen la idea de que lo pido es lo que quiero y sino, no me vale. Y señores, eso como tantas cosas, se aprende desde pequeños.

Hace unos días escuché a un padre contar una historia que me entristeció y al mismo tiempo me encantó. Emocionado decía que era difícil explicar a tu hijo que no llegaba el dinero para todos sus caprichos. Su hijo quería unas botas de fútbol, las de Messi,  pero él le había comprado unas botas de fútbol sin más, no podía permitirse unas tan caras, y el niño decía que no las quería, porque sus compañeros en el colegio tenían las de Messi y ¡esas eran las que chutaban bien!.

Entonces dijo lo más bonito: "es duro ver como tu hijo se enfada contigo y te tira las botas al suelo mientras tú le intentas hacer ver, que lo que chutan no son las botas, que si tu pie chuta muchas veces,  sin importar la bota que pongas, si trabajas, insistes, ensayas y no te rindes, entonces algún día no querrás las de Messi porque te darás cuenta que no las necesitas, porque
lo que realmente chuta es tu pie... "