viernes, 27 de febrero de 2015

Cuestión de dardos…

Hoy es viernes, toca compartir reflexión y no estoy en lo que podría decirse uno de mis mejores momentos.
No pasa nada, lo sabía, el año no se presentaba fácil, el trabajo, los horarios y el frío invierno suelen jugarme malas pasadas, pero eso ya lo sé, sólo tengo que bajar las revoluciones y frenar mi cabeza, mi rabia, pensar que soy yo quien decido, elijo y en la mayoría de las ocasiones me juzgo…

Conciliar no es fácil, para nadie, pero yo sigo intentando hacerlo de la mejor forma que puedo. En esta tarea me siento bastante sola y seguramente no me deje ayudar o no vea lo que los demás intentan hacer, pero hay veces que no puedo levantar el pie del acelerador, veo el muro y pienso… para, que chocas, para, que chocas, para… y choco.

No me estoy quejando, quiero dejarlo claro, estoy haciendo una reflexión en alto para ser consciente del punto en el que me encuentro. Para intentar frenar, porque sé que tras el choque me puedo levantar, pero he aprendido muchas cosas en los últimos años, y también sé que cuando las pongo en práctica puedo girar el volante y continuar el camino.
Continuar el camino sin hacer de la queja mi día a día, sin descargar en mis hijos mis males y sin enfadarme con el mundo por cosas que yo ya sabía y que simplemente estoy dejando de gestionar bien.

Al final es cuestión de dardos…

Hace tiempo leí El cerebro de Buda, entre otras muchas cosas aprendí que el sufrimiento mental o físico inevitables son el primer dardo de la existencia, si estás vivo y amas, algún dardo te alcanzará. Pero nuestras reacciones a estos, son los segundos dardos que nosotros nos arrojamos y la gran parte de nuestro sufrimiento viene de ellos. 

El ejemplo que pone el libro es claro : "Imagina que cruzas una habitación a oscuras descalzo y tropiezas con una silla, el dolor es el primer dardo, el segundo sería… ¡¿quién puso la maldita silla ahí?!".
Pero… y si ahora os digo que la mayoría de nuestros segundos dardos se disparan sin que haya un primer dardo… leed atentamente:

"Es notable que la mayoría de nuestras reacciones segundos dardos se dan cuando no hay un primer dardo por ningún lado, cuando no hay un dolor inherente a las condiciones a las que estamos reaccionando. Les añadimos sufrimiento. Por ejemplo, a veces al volver del trabajo encuentro mi casa desordenada, con las cosas de los niños por todas partes. Esta es la condición. ¿Hay un primer dardo en los zapatos o chaquetas sobre el sofá, o en el desorden sobre la encimera? No, no lo hay, nadie me tiró un ladrillo o hirió a mis niños. ¿Tengo que enfadarme? Pues no. Podría ignorar el asunto, tomármelo con calma, o hablar con los niños sobre ello. A veces consigo llevarlo así. Pero cuando no, los segundos dardos empiezan a dar en el blanco, cargados con los Tres Venenos: la avidez me hace rígido en cómo quiero que se hagan las cosas, el odio me pone harto y enfadado, y el engaño me hace tomarme el asunto personalmente". 

Pues eso, que me he dejado llevar y estoy actualmente "intoxicada" de segundos dardos, así que intentaré disfrutar del temporal e irme a lanzar los dardos al mar…

Enrique Barragán


2 comentarios:

  1. Todos tenemos días con esos dardos de los que hablas..la vida a veces nos hace bloquearnos pero cuando valoramos lo que es de verdad y dejamos la frenética rutina..Es ahí cuando nos damos cuenta que lo importante es disfrutar de cada sonrisa de esas personas que están en nuestras vidas..animo Paloma!buen fin de semana

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    1. Buen fin de semana a ti también Soraya , un beso enorme y gracias por tu comentario :)

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